jueves, 24 de septiembre de 2009

¡Maldito barro ruso!

Cuando era niño leía unos comics que se llamaban "hazañas bélicas" y que trataban sobre combates de la Segunda Guerra Mundial. Recuerdo uno que se llamaba como el título de esta entrada y que, básicamente, narraba las desventuras de unos soldados alemanes en el frente ruso que no tenían más que problemas por culpa del barro, se les atascaban los camiones, los tanques... y finalmente morían atascados en el barro. En mi mente infantil aquello me pareció algo muy exagerado, creía inverosímil que la maquinaria de guerra no estuviera preparada para soportar la lluvia.
Pues resulta que aquí sí hay barro, mucho barro, y eso condiciona la vida del ruso. Aquí no hay cuestas, todo es llano, y ésto unido a la falta de desagües hace que la lluvia sea un auténtico coñazo.
Hubo un tiempo en que estas ciudades debieron estar asfaltadas, se aprecian restos ¿arqueológicos? de asfalto en los grandísimos socabones térreos. No sé si lo han sacado para darle un encanto de lo antiguo a las ciudades, o si las dejaron así después de la guerra o si están buscando un tesoro, pero el resultado es de lo más incómodo, no creo que Spielberg conozca Moscú y el día que venga se tirará de los pelos por haber gastado tanta pasta en los decorados de "Salvar al soldado Ryan" cuando aquí podría haber rodado gratis.
Con tanto socabón térrreo, tanto terreno llano y tanta falta de desagües el día que llueve se monta la de Dios es Cristo, ahora comprendo que nuestras botas de agua se llamen "Katiuskas".
Algo tan nímio como recorrer la distancia (5 minutos) que separa el piso de Masha del mío se convierte en una aventura llena de ríos, pantanos y sendas de elefantes... perdón, de coches, porque la mitad del camino lo he de hacer por el centro de la carretera, la única zona que no se inunda.
Dicen que el ruso es un pueblo fuerte... pura selección natural, los débiles no llegarían al final de la calle, y aún no ha llegado el invierno con su frío ¡je!

No hay comentarios:

Publicar un comentario