Desde que llegué aquí comprobé con orgullo y agrado que soy, o era, un hombre invisible para las fuerzas de la ley, me gusta pasearme por delante de ellos, muy ufano, comprobando que me ignoran completamente, ni me miran, ni, por supuesto, me piden papeles... cuando estoy en un sitio delicado como una estación de trenes casi me deleito comprobando mi invisibilidad.
Por otro lado, me he dado cuenta que me parezco a los caucásicos, una suerte de inmigrantes mal vistos aquí por sus costumbres delictivas y mafiosas. Era sólo cuestión de tiempo que me trajera complicaciones.
Anteayer regresaba a casa tras bajar a hacer la compra cuando un grupo de inmigrantes, éstos no caucásicos, creo que de la República de Kadjakistan, muy buenos obreros de la construcción y muy trabajadores, salió de las obras del edificio en el que vivo y se puso a caminar justo delante de mí a unos pocos metros. Reflexionando iba sobre nuestro parecido físico pues también eran morenos y de pelo negro, cuando se cruzó delante de ellos un coche de una patrulla policial y los interceptó estilo peli americana, todo un espectáculo digno del apresamiento de una gran banda de mafiosos... para pedir cuentas a unos pobres sinpapeles. La poli les pidió los papeles... y a pesar de que yo iba un poco alejado, muy a mi pesar, también entré en el saco.
Esta vez el pasaporte y el "isvinitse, ya nié gavorú parrusqui" sí funcionó ya que nada más oírlo (supongo que el acento no sonaría muy de Kadjakistan) el poli perdió todo interés en mí y volví a ser el -otrora jactancioso- hombre invisible... pero ahora con el orgullo herido, ya que por lo que parece puedo ser confundido con un pobre sin papeles.
Moraleja... no salgais de casa sin papeles, confiados turistas... sobre todo si no hablais ruso, lo podríais pasar mal.
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