martes, 19 de enero de 2010

Las vacaciones de invierno


Rusia en invierno es un paraíso para los niños, sobre todo en las vacaciones de enero, cuando disfrutan de dos semanas sin cole.
En España es habitual ver a los niños durante las vacaciones paseando con sus bicis, en Rusia se ven trineos. Hay dos modalidades de paseo... el papá o la mamá arrastran el trineo con el niño montado que lo pasa genial con el burro de tiro, incluso a veces te piden que corras más o que pares... yo lo he probado y acabas sintiéndote una mula, aunque compensa ver al niño contento, que poco sale de casa esos días invernales.
Si el niño es más adulto arrastra él su propio trineo... el objetivo es llegar a las pocas pendientes que hay en esta zona de Rusia para jugar a bajarlas en trineo.
En esas fechas es también habitual que los pequeños tiranos vayan a patinar sobre hielo. En los pueblos hay pistas de patinaje municipales donde puedes ir gratis, incluso puedes alquilar patines allí, aunque te arriesgas a que te pase lo que a mí que me dieron los que acaba de dejar un tipo... todos sudados. Es habitual que los niños vayan a estas pistas desde muy pequeños, eso sí, acompañados por los padres hasta cierta edad, luego les pasa lo que a los españoles, les entra el pavo, se vuelven pandilleros  y reniegan de los padres... ¡ay! dramática adolescencia.
Yo nunca patiné hasta este año, ni siquiera con patines en linea, así que el primer día me sentía un auténtico pato con los patines puestos, apenas me caía pero tampoco patinaba y me alegró ver que Vladimir (seis años) era más pato que yo... poco duró mi orgullo porque el segundo día yo seguía igual de pato y Vladimir patinaba como si lo hubiera hecho desde que nació, no sé si es genética rusa o que los niños son de otra pasta, pero fue muy frustrante, creo que me hago viejo.
Los niños también esquían por los bosques, aunque aquí siempre acompañados por los padres ya que tiene ciertos riesgos, se podrían perder o tener un accidente. Esquiando me sentí mejor porque desde el segundo día casi no me caía, -sólo cuando había una cuesta abajo, entonces, aunque fuera de un metro de recorrido siempre aterrizaba de culo, era como en los dibujos animados, las piernas avanzaban pero el culo se quedaba en el sitio y acababa en la nieve... pero casi no hay cuestas en estos bosques- así que no hacía tanto el ridículo delante de los otros esquiadores, aunque una vez me caí delante de un niño que se quedó asombrado ante tal torpeza y me preguntó, inocente él, por qué me había caído (debió imaginar que me dio un síncope o algo así)
En resumen, de niño me habría encantado pasar las vacaciones de invierno en Rusia, no me imagino un lugar mejor para jugar. Señores del pronóstico meteorológico ¿saben ustedes que me arruinaron mi infancia?

domingo, 17 de enero de 2010

¿Se bebe en Rusia?

Se bebe... pero no exactamente como aquí.
En Rusia no he visto bares, al menos como los conocemos en España, hay cervecerías y pubs, pero no en todas las esquinas al estilo español, es decir como refugio para cuando quieres descansar al salir del trabajo o tras pasear mirando escaparates. En los cafés te sientas, miras la carta y pides... tienen carta de comidas, de cafés, tés y bebidas alcohólicas, mucha gente come en ellas.
Entonces... ¿no tienen vida social los rusos? ¿no se juntan con los amigotes a beber cerveza? sí y sí... y diría que beben más cerveza que los españoles, al menos entre semana.
Si no abundan los bares... ¿dónde beben con los amigotes? la gente con pocos recursos en la calle, practican el botellón. Las tiendas de bebidas alcohólicas abren hasta tarde, creo que hasta las once de la noche así que allá van los jovenes a buscar sus tres o cuatro tercios de cerveza y se agrupan en pandillas a la puerta de la tienda a beber y fumar durante horas, otras veces van paseando en pandillas con sus cervezas en la mano.
Cuando observé esta costumbre en verano y otoño me pregunté si la seguirían practicando en invierno, tenía la impresión de que a -25 grados se vuelve una actividad insana incluso para los rusos, no porque el alcohol siente peor a -25, claro, más bien porque te pones perdido de nieve.
Mis sospechas se confirmaron, en invierno los botellones desaparecen de la calle ¿significa que renuncian a él? no, el ruso es un humano con recursos... cuando los bolis les fallaron en el espacio se llevaron un lápiz (no se gastan una millonada como los Yankees para conseguir un boli que escriba sin gravedad -y encima fracasando-), y de la misma forma, cuando la nieve les contaminta la cerveza buscan refugio. Como suelen ser jovenes que viven con sus padres no tienen pisos para sus fiestas... no hay problema, uno abre su portal a la pandilla y allí se montan el botellon bebiendo y fumando. En el portal de Masha tenemos a una banda que todos los días se monta allí el botellón. Cuando son algo más adultos y tienen piso llaman a los amigotes a beber y fumar... pero en vez de meterlos en casa, lo hacen en el descansillo de la planta, a la entrada del piso... supongo que amigotes sí, pero no me pongas el piso perdido de humo y ceniza, además, en los pisos SIEMPRE andan descalzos, así que no creo que les haga mucha gracia que el más borrachín rompa una botella de cerveza y si estos no son suficientes motivos, el definitivo, como las zonas comunes no son mías puedo llenarlas de basura y malos olores y si se molestan los vecinos más me divierto yo... definitivamente parecen gallegos.

martes, 12 de enero de 2010

Barajas... el desenlace

Nuestra nave de las 12 tenía hora de embarque a las cuatro y era algo más de la una, así que mis amigos y yo nos fuimos a comer. A mí Iberia me pagó la comida porque era pasajero en tránsito, mis amigos, que habían volado el viernes a Madrid para un curso y regresaban el domingo a Galicia se quedaron sin el vale de comida, supongo que Iberia dedujo (por cierto ¿quién será ese tal Iberia? ¿Hombre, mujer, bicho...?) que, como volaban desde Madrid sin estar en tránsito, eran madrileños y podían comer gratis en casa.
Aún así mis amigos fueron afortunados porque cuando nos tocó pedir nuestro billete ya no los daban para ese día a los pasajeros "no tránsito" (como son madrileños se podían ir a dormir a sus casas), a cambio les daban un número de teléfono.
Se supone que en ese número podían adquirir un billete para otro día diferente. Digo que se supone porque en ese número no contestaba nadie. También se supone que Iberia tal vez podría acceder a pagarles la primera noche de estancia en Madrid, pero como mucho una y no había garantías (esto salió de boca del personal de Iberia oído por el menda).
A las cuatro nos embarcaron, a las cinco nos dieron permiso para salir y a las seis de la tarde del lunes 11 de enero de 2010 llegué a Santiago de Compostela tan contento como Colón cuando pisó América.
Más contento me quedé cuando por la cinta del equipaje salieron mis dos maletas ya que estaba segurísimo de que tras tanto subir y bajar a aviones en medio del caos de Barajas se habrían ido para Santiago de Chile... gracias, gracias, gracias, aeropuerto de Barajas por ser tan diligente.

Barajas... parte 3


Con tanto mareo, a los cinco minutos de desembarcar me di cuenta de que había olvidado el bolso de viaje con el pasaporte y la tarjeta de embarque en el avión, así que corrí a buscarlos mientras Pablo iba a hacer cola... me encontré con que el avión ya estaba cerrado.
Me dirigí a la primera persona de Iberia que encontré, estaba en la puerta de embarque contigua, lidiando con los pasajeros de la nave que (no) volaba a Londres. Tras oír mi historia me atendió al momento, llamó al personal de seguridad que subió al avión y encontró mi bolso en manos de la sobrecago y me lo trajo, todo ello en menos de diez minutos (no todo el personal de Barajas es igual de... ¿cómo definirlo? ¿desorientado?). Respiré aliviado y me relajé un momento sabiendo que mi amigo Pablo me guardaba sitio en la cola de adquisición de tarjetas.

Seis horas después estaba en el mismo sitio, la cola para que me dieran una nueva tarjeta de embarque. La buena noticia era que ahora tenía amigos tras tantas horas de convivencia y el tiempo se hacía más ameno, el sufimiento une mucho. Fruto de uno de esos amigos Pablo y yo conseguimos "colarnos" en la cola y adquirir mi nueva tarjeta de embarque tras sólo una hora y media, es decir, a la una del mediodía del lunes... para el avión que volaba a las 12 de la mañana, haciendo memoria recordé que era el mismo al que habían mandado a los pobres desgraciados (léase el primer capítulo de esta historia) que no asignaron a mi avión de las 8 en la cola anterior... nos volvíamos a reunir, eso sí, ellos se habían perdido nuestra segunda aventura de embarco, desembarco, cola.

Barajas... parte 2


Bajando de la nave, el personal de Iberia que estaba en la puerta de embarque nos indicó que debíamos ir a un mostrador de la compañía que estaba en el piso inferior. La tropa, obediente y disciplinada, allí se fue para encontrarse con otros quinientos individuos que obedecían la misma orden. Eran algo más de las 3 de la mañana y hasta las 6 no me tocó mi turno en el mostrador, entonces me miraron el pasaporte y me dieron otra tarjeta de embarque para un vuelo que salía un par de horas después, a las 8 de la mañana. Otros tuvieron peor suerte pensé (¡qué ingenuo!), ya que el vuelo que les tocó era a las 12.
No entiendo muy bien cómo tuve que pasar tres horas en una cola para que me cambiaran un papel por otro ¿no podía el personal de Iberia ir por la cola con una lista de pasajeros informando a al gente de qué avión que les habían asignado y embarcar con la tarjeta de embarque que ya teníamos?... supongo que nos querían entretener durante esas largas horas.
Para celebrar la adquisición de mi flamante nueva tarjeta de embarque me fui a tomar un café con mi recién estrenado amigo Pablo (tres horas compartiendo cola dan para intimar) antes de embarcar.
Embarcamos con bastante puntualidad y el comandante de la tropa... perdón, nave (¡qué miedo volver a oír esa voz!) nos informó que necesitaban descongelarnos la nave y que tardarían unas dos horas por lo menos ya que estábamos en la cola de descongelación en el número 25.
No entiendo muy bien por qué no empezaron a descongelar aviones un par de horas antes de los despegues, ya no nevaba desde hacía varias horas y no creo que pudieran acumular más bloques de nieve helada, y si por el frío cogían algo de hielo de nuevo, por seguro que tardarían muy poco en limpiarlo... supongo que no querían gastar la pintura del avión frotando dos veces pudiendo hacerlo sólo una.
Tras las dos horas, de nuevo el comandante se dirigió a su público para informarnos de que debido a la niebla sólo 3 de los 6 equipos de descongelación trabajaban (supongo que con baja visibilidad había riesgo de que los equipos de descongelación chocaran unos con otros provocando una catástrofe así que era mejor tener a la mitad parados para no estorbar) así que el tiempo que tardarían era el doble, ya sólo quedaban 12 naves delante de la nuestra... otras dos horas.
Pasadas estas dos horas (cuatro llevábamos en la cola de descongelación), cuando según mis cálculos ya estaríamos a punto de ser descongelados, el comandante habló de nuevo. Había aviones detrás del nuestro que tenían prioridad (supongo que llevarían heridos gravísimos que debían llegar urgentemente a hospitales de Huston o Munich) así que nos quitaron de la cola y cancelaron de nuevo nuestro vuelo, sobre las 11:30 de la mañana del lunes nos ordenaron por segunda vez abandonar la nave.

Barajas, Barajas, Barajas...

Irónicamente, la anécdota más tercermundista de mi último viaje a Rusia la viví en ... Madrid, capital de "la octava potencia económica del mundo" y del país que preside la Unión Europea. ¡je!
El domingo por la noche aterricé en Barajas procedente de Moscú con un retraso de 20 minutos fruto de la nieve que había en Domodedovo, nada grave para enlazar con mi vuelo a Santiago de Compostela en el que tenía que embarcar a las 22:15 para volar a las 22:45 y estar en Santiago a las 23:55.
Nevaba mucho, aunque en las pistas no se veía una capa de nieve, como mucho dos centímetros, así que no me preocupé cuando nos fueron retrasando el embarque, parecía normal que hubiera algo de jaleo. Justo dos horas después de la hora prevista de embarque (tiempo máximo que tiene Iberia para embarcar a los pasajeros antes de que éstos adquieran derecho a la devolución del importe del billete), a las 00:15, nos embarcaron.
Me extrañó un poco que no se respiraba la histeria típica por acomodar a los pasajeros común en los vuelos que llevan retraso, de hecho tardamos 45 minutos en estar listos, sentaditos y con las maletas en su sitio.
Entonces, siendo ya la una de la madrugada, cuando nos empezábamos a impacientar, el comandante de la nave (no la Enterprise sinó la nuestra) nos avisó por megafonía que el vuelo sufriría un retraso de, al menos, dos horas... ufff, volaríamos como muy pronto a las 3 de la mañana.
A las 3 de la mañana el comandante habló de nuevo a las tropas, cuando saludó de nuevo con voz algo cortada ya me dio mala espina... se acababa su turno así que el vuelo se cancelaba y debíamos abandonar la nave (luego me enteré de que el avión de Ryanair que a esa hora debía volar a Santiago despegó y aterrizó en Santiago, pero supongo que las naves de Iberia son de peor calidad y no hay que arriesgarse)

jueves, 7 de enero de 2010

Cisnes


El martes me fui al teatro a ver «El lago de los cisnes», como todo el mundo sabe es una obra de ballet, con música de Tchaykowski... bueno, la orquesta sonaba bien, es impresionante sentir a una orquesta en directo, en concreto me encantó el momento de gloria del músico que tocaba los platillos, cuando llegó su gran nota se levantó, mangas de camisa remangadas, y elevó los platillos cual si campanadas quisiera dar y realmente sonó tremendo, supongo que lo estuvo ensayando duramente, tocar los platillos debe de tener su ciencia.
En el ballet había 25 bailrinas más la principal (me entretuve contándolas cuando bailaron disfrazadas de cisner, era un momento algo parado) y un montón de bailarines marcando paquete. He de reconocer que las cosas que hacen no son nada fáciles, andar de puntillas y dar brincos cual gacelas a sus años no es ninguna broma. Compramos una hoja donde indicaba el argumento de la obra y detallaba sus partes, se llama programa, como los de ordenador, pero no tiene nada que ver. La tercera parte fue muy chula, baile en el castillo, colores en la escena y los trajes y un baile español. Para el baile españón ambientaron el escenario de rojo pasión y salieron cuatro "españoles" de la época, pañuelo en la cabeza y capa roja a modo de capote torero y un montón de bailarinas flamencas, estuvo chulo.
En resumen, la orquesta muy bien, el baile difícil para un adulto, los bailarines tienen más mérito que los futbolistas y cobran menos así que no se les puede criticar, la escenografía realmente espectacular y el conjunto de la obra algo paradilla para mi gusto, aunque una parte me gustó un montón.

domingo, 3 de enero de 2010

Con patines


Ayerme fui a la pista de patinaje, alquilé unos patines y me lancé a la pista, he aquí mis experiencias.
Patinar se parece a esquiar en que te caes de culo, se diferencia en que duele más porque el suelo está más duro.
En la pista de patinaje no hay pendientes de descenso -básicamente es plana-, así que te caes muchísimo menos. Como había muha gente patinando pude medir mi nivel con los demás, estoy entre los niños de cuatro años y los de cinco, me caigo menos que los de cinco pero ellos patinan mucho mejor, a los de cuatro creo que les gano.
Estuve una hora en la pista, aprendí que hay que echar el cuerpo hacia adelante y apoyar el peso en la pierna que se debe deslizar, unos cincuenta minutos anduve sobre el hielo con los patines puestos, cinco minutos hice el tonto mirando para los demás sin saber muy bien qué hacer, un par de minutos los gasté en levantarme de mis tres (sólo tres jeje) caídas y los tres minutos que faltan creo que patiné.
En resumen, muy divertido caminar sobre el hielo con patines, a ver si la próxima vez patino algo.

sábado, 2 de enero de 2010

Con esquís


Ayer por fin fui al bosque con los esquís, y no digo a esquiar porque de eso más bien poco... nunca en mi vida me he caído tantas veces por hora y recuerdo muy pocas veces en las que haya sudado tanto, llegué tan deshidratado a casa que me pasé la tarde bebiendo. Levantarse en la nieve con unos esquís puestos cansa muchísimo, las cinco primeras veces te ríes un montón, pero cuando tomas concuencia de que tanto cachondeo ha sido en apenas dos minutos y pretendes hacer cinco quilómetros empieza a hacer menos gracia.
No he contado las caídas, pero han sido bastantes más de cincuenta, las veinte primeras aterricé con el culo -no sabía que lo tenía tan resistente-, luego aprendí a poner una mano y evitar la culada que, aunque sea nieve, después de las cinco primeras duele. También aprendí a caer y levantarme en segundos, para esto practiqué un rato cayéndome cada tres metros y le cogí el tranquillo muy pronto... eso sí, este entrenamiento de caerse - levantarse seguido es realmente agotador, no os podeis imaginar cuanto sudé mientras lo practicaba.
Esquiar por los bosques es, básicamente, lo mismo que hacer el cabra con la bici de montaña, sólo que la herramienta se maneja algo diferente, pero el truco en ambos casos es echarle valor a los obstácculos y dominar la técnia para manejar el aparato que usas... de esto me di cuenta tras acongojarme en las bajadas y caer sistemáticamente en todas. Supuse que algo hacia mal y recordé cómo me caía en la bici cuando cogía miedo... pues es lo mismo, si te asustas bajando te caes de culo fijo. Ahora ya sé el truco, sólo falta no acojonarme (y supongo que algo más de técnica) para el próximo día poder bajar alguna cuesteilla sin arrastrar el culo.
En fin, cumplí con mis cinco quilómetros, pero acabé destrozado y poco aprendí, pero como soy muy cabezón y tengo el culo duro, repetiré y repetiré y repetiré... hasta que el culo se ablande o aprenda por fin.