jueves, 15 de octubre de 2009

¡¡Ya me funciona el ascensor!!

Bueno... a veces.
Esta mañana se ha estropeado durante 30 minutos, casualmente cuando estaba yo dentro con seis rusos, cinco humanos y un perro. El perro era de raza china, pero a juzgar por el aplomo y la resignación con la que encaró la situación, deduzco que era ruso ruso.
Bajábamos todos tan alegres como se puede estar a las 7:30 de la mañana (5:30 hora de España) hasta que el susodicho aparato decidió ponerse en huelga. Tras los primeros momentos a la rusa, es decir, todos callados aceptando nuestra fatalidad, a alguien se le ocurrió pulsar el botón de alarma que... ¡milagro! nos puso en contacto con una voz femenina que nos atendió amablemente.
Tras explicarle que se nos había parado el ascensor con seis personas dentro (al pobre perro no lo mentaron) la mujer nos dio las oportunas instrucciones. Nos indicó que no nos fuéramos que en diez minutos venía el técnico.
Risitas... esa fue la primera reacción del personal ante tan obvios consejos, ni se nos había pasado por la cabeza irnos de nuestro encierro, estuvimos por añadir que simplemente queríamos una baraja para disfrutar de nuestro tan inesperado momento de ocio.
Los diez minutos rusos son mucho más largos que los españoles. Cuando ya iban unos quince por mi reloj, volvimos a pulsar el botón y la mujer nos volvió a decir que diez minutos y venía el técnico, que no nos moviéramos del sitio... ahora ya no había risitas.
El perro, algo menos ruso ya, se movía nervioso y a Fran le dio un ataque de alergia que le hacía estornudar, moquear y llorar los ojos. Nuestra líder, una maestra de escuela, preguntó por mi alergia, a lo que Masha contestó que era por el perro y la dueña se ofreció amablemente a esconderlo detrás de un cartón que había en el ascensor, a lo que yo repliqué que no se preocupara, que no tenía importancia... no me apetecía mucho explicarle que mi alergia no era de naturaleza visual.
Pasados 25 minutos nuestra líder volvió a llamar muy enérgica para abroncar a la mujer del otro lado del telefonillo de socorro... algo que yo mismo habría hecho si no supiera que sólo el perro me entendería. Esta vez era otra mujer pues a las 8 cambian el turno y se sorprendió de que estuviéramos encerrados... al parecer la primera mujer dedujo que estábamos a la puerta del ascensor esperándolo... y como rusos que somos, nos quedamos 30 minutos tranquilamente en ese estado porque no tenemos nada mejor que hacer. Supongo que los rusos tiene superpoderes y por eso son capaces de llamar desde el otro lado de la puerta de un ascensor estropeado por el timbre de emergencia que hay dentro y la primera mujer también dedujo que hicimos gala de ellos todos juntitos para mantener nuestra agradable conversación con ella, por vacilar un poquito, ya se sabe.
El resultado del diálogo con la segunda mujer fue que en menos de 5 minutos un técnico nos había abierto la puerta y todos salimos tan alegres como rusos que somos y bajamos rumbo a nuestro destino.... eso sí, ninguno usó el segundo ascensor, ni siquiera el perro chino-ruso.

jueves, 8 de octubre de 2009

Riñendo...

A los rusos les encanta reñir, yo creo que es un recurso terapéutico que practican unos con otros por solidaridad, "te veo muy estresado, ríñeme un poco, ¡anda! que te va a dar algo".
Recuerdo un episodio de los Simpson en el que Lisa se perdió en el barrio ruso de Springfield y al preguntar a un ruso este le riñó de tal forma que ella escapó asustada... y en realidad le estaba hablando. Me quedó la curiosidad por saber si aquello sería cierto o una exageración, si los rusos cuando hablan parece que riñen.
Tras mucho experimentar, yo creo que riñen de verdad, lo deduzco porque uno que hablaba español una vez puso a caer de un burro a la pobre Masha por pulsar un botón para coger la vez en el consulado español "¿le he dicho yo que pulsara el botón?... no ¿verdad? ¡¡pues por qué lo ha pulsado!! ¿ahora qué hago yo con este papel que usted ha sacado? ¡¡tendré que dárselo al siguiente que entre para ir a esa ventanilla!!"... monólogo totalmente verídico, sin exagerar. Yo alucinaba boquiabierto mientras oía aquello, luego Masha me dijo "es ruso", y me explicó que es el estilo ruso de comunicarse con un cliente.
Otra experiencia que me confirma mi impresión la tuve yo el otro día en el supermercado. Cuando la cajera me preguntó si quería bolsa le dije que no, pero a los pocos segundos rectifiqué porque me di cuenta de que había olvidado la mía en casa... la cajera se ofendió muchísimo y me dijo que era todo un desastre porque la bolsa había que marcarla primero en el terminal, ahora ya no iba a poder hacerlo... imaginaros si lo explicó bien clarito que, aunque lo dijo en ruso, lo entendí todo. El chorreo duró hasta que pagué desesperado por irme de allí, y hoy, de nuevo en la cola, y antes siquiera de que me tocara el turno, la cajera me miró fijamente a los ojos y me dijo... "¿paquet?"... que traducido al cristiano significó "te recuerdo y no me gustas nada así que ándate con ojo mientras estés en mi territorio"... el ruso es facilísimo de entender.
Esta mañana en el metro recibí otra bronca. Iba a coger un abono por 60 viajes que me cuesta 865 rublos y pagué con 1070, es decir, me tenían que devolver 205 rublos. Pues no sé qué parte de la cuenta no le gustó a la cajera porque me chorreó desde que vio el dinero hasta que me dio el abono y el cambio, yo la verdad me sentía muy avergonzado, pero no tenía ni idea de por qué.
Es muy habitual ver a un ruso chorrear a un cliente, no es que yo sea especialmente torpe ya que se lo he visto sufrir a rusos también, y ponen la misma cara de tontos que yo cuando les toca, creo que simplemente es cuestión de suerte, si tienes el número, te toca.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Españoles...


El otro día publicaron en una revista femenina muy popular en Rusia una encuesta hecha a mujeres para determinar cuáles eran los mejores amantes del mundo... ganaron los españoles, seguidos de los brasileños y los franceses -como se entere la prensa de nuestra madre patria tendremos noticia para semanas y viviremos de la gloria otros cien años, adiós a la crisis. Supongo que primero nos jactaremos unidos, y luego vendrá el típico debate nacional ¿cuáles son los mejores de los mejores? ¿los catalanes con su pragmática racionalidad? ¿los madrileños con su apasionada chulería? ¿los gallegos son su romántica morriña? ¿los andaluces con su capacidad de sacar rentas de la nada? ¿los vascos con su orgullosa determinación?-.
Me temo que, fruto de la inventiva ibérica (capacidad del Ibero para vivir sin dar palo al agua), seguidamente aparecerían empresas de exportación de amantes españoles, certificado de autenticidad incluído, que para estas cosas somos un país muy serio, y teniendo en cuenta la cantidad de paro que tenemos, ofrecerán un amplísimo catálogo de sementales, eso sí, seguro que ninguno de ellos lo hace por placer, ya que ser gigoló es una profesión denigrante que destruye la autoestima, y sólo se ofrecen a trabajar para llevar un poco de pan a sus hambrientas familias... pobres.
Por otro lado parece ser que los españoles ocupan el tercer puesto en el ranking de hombres más guapos... más leña al fuego, id preparando un sitio en la Bolsa para estas empresas, que vienen con fuerza. Ya sé que siempre he dicho que soy gallego... estaba equivocado, soy español hasta la médula.

martes, 6 de octubre de 2009

El microbús

Es un transporte alternativo al taxi y su finalidad es acercarte desde la salida del metro a tu destino final.
Al igual que su hermano pequeño el taxi, es un transporte colectivo, pero dispone de unos 12 - 15 asientos y capacidad para 30 sardinas.
Dado que la mitad de las sardinas han de ir de pie, la subida al microbus se parece un poco a la del tren, sólo que en lugar de la F1 competimos en la GP2. No nos jugamos una hora de pie, tan sólo cinco o diez minutos y hay menos competidores en la parrilla de salida, pero son igual de agresivos que en su hermana mayor la F1.
Hay un modelo en concreto de sardina superagresivo, la señora gorda conocida en este mundillo como "rinoceronte" por su increíble agilidad y agresividad a pesar de su tonelaje... si va en marcha lo más prudente es apartarse de su camino, porque no ve, no se detiene y no cambia de rumbo (comprobado empíricamente).
Con el rinoceronte no sirve el truco de cerrar espacios interponiendo el cuerpo, el rino no se da por aludido, sigue su camino estés o no delante y lo mejor que te puede pasar es que salgas disparado hacia los brazos de una guapa rusa (otro modelo de competidor muy abundante)... aunque lo más probable es que vayas rebotado hacia otro rino y te conviertas así en una bola de pinball... a veces vivir en Moscú es muy fatigoso.
Una vez dentro has de decirle al chófer dónde te ha de dejar -el sistema es idéntico en los taxis- y conviene recordárselo cuando estés llegando porque tienen muy mala memoria (también comprobado empíricamente).
Al igual que los vehículos de transporte público europeos, el microbús tiene una ventana para romper en caso de emergencia y al lado un portamartillito sin el martillito, creo que Putin los mandó retirar porque daban mala imagen del pueblo ruso. Recordemos que los rusos son gente dura, ingeniosa y tienen puños.

lunes, 5 de octubre de 2009

¡Hoy he visto al presi!

Al de los rusos, no al nuestro... o al menos eso creo.
Todo empezó a la salida del Coffee House, en lugar de encontrarme la marabunta de coches habitual, aparecieron varias patrullas de la policía que, con muy mala leche, cortaban las calles y mandaban a los coches a hacer puñetas... en realidad los desviaban hacia otras direcciones pero parecía lo primero.
Así que allí me encontré yo, en medio de una avenida cortada al tráfico en ambos sentidos y algo desconcertado. Lo primero que pensé fue "¿Dónde estará la bomba?", lo siguiente fue "¿hacia donde corro?" y lo tercero "¿pensarán que la he puesto yo?"
En medio estaba de esas aceleradísimas reflexiones cuando me fijé en que sólo los coches no podían circular, los peatones sí se movían, aunque bastante mosqueados, ignorados por la policía...así que deduje que o la policía rusa era muy cabrona y se quería cepillar del bombazo a los peatones por ser pobres y dar mala imagen o allí no podía haber bomba.
Así que caminé por la calle, bastante mosqueado, esperando que en cualquier momento una de las múltiples patrullas de policías estresados me detuviera... me ignoraron, en este país no valgo ni para terrorista por lo que se ve.
En ésto veo que de una calle transversal se incorpora un ejército de coches negros, primero dos con sirenas encendidas, luego una limousine marca Mercedes, seguida de dos Hummer enormes y todos ellos escoltados por otro montón de coches negros también con sirenas que se acercan a mí... me entraron ganas de estornudar pero me aguanté por si acaso, y ellos, supongo que agradecidos, pasaron de largo y no me dispararon.
Qué había dentro de la limousine es un secreto que no descubrí, pero me gusta imaginar que era el presi de los rusos por eso de poder contar una batallita.
Ciao