martes, 27 de abril de 2010

Una de cafés

Tomando un café en un Cofee House una camarera me dejó algo en la mesa, no le presté atención ya que me encnontraba concentrado en internet. Cuando por fin reparé en el objeto descubrí con estupor que era una bandejita con 411 rublos y, tras unos momentos de desconcierto, busqué con la mirada a la camarera para avisarla de que aquello no era mío. Dio la casualidad de que pasaba entonces cerca de mí y la llamé con la bandeja en lamano y un «niet, niet» en la boca. Entonces el estupor fue de ella, pero finalmente comprendió, cogió la bandeja y se la llevó a la chica de la mesa de al lado que miraba a la camarera con gran aflicción. Hablaron largo y tendido y finalmente parecieron reconciliarse.
Algo después la camarera vino a hablar conmigo, dado que no entendía ni papa de su ruso -debía tener acento exótico- desistió. Un rato después volvió a la carga, y esta vez sí entendí que quería algo relacionado con la cuenta, le pregunté por ésta y se le iluminó la cara, la fue a buscar y me la trajo... 89 rublos, tal como esperaba, le di un billete de 100 y me despreocupé contando que, como siempre, volvería con el platito con el cambio continuando mi exploración de internet... Nunca más volvió a la mesa y, ante mi impotencia para reclamar mis 11 rublos acabé yéndome tras dejárselos, muy a mi pesar, de propina.
En resumen, de ganar 411 rublos y un café pasé a perder 11 rublos, va a ser verdad que el cielo está lleno de tontos. je!

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